El maratonista español Javi Conde nació sin músculos en sus brazos, con codos retorcidos que no puede estirar y sin un dedo en cada una de sus manos.
La cantidad de 120 mil kilómetros equivale a darle tres veces la vuelta al mundo, esa es la distancia que Javi Conde acumula en sus piernas, las únicas extremidades sanas que tiene.
El maratonista español nació sin músculos en sus brazos, con los codos retorcidos que no puede estirar y sin un dedo en cada una de sus manos.
“Aún así, hay gente que ha tenido el atrevimiento de decir en mi cara que no soy un discapacitado”, dijo Conde, uno de los atletas paralímpicos más laureados del mundo.
Desde que en 1992 ingresó al deporte organizado, el originario de Basauri, en Bilbao, se convirtió en un rival invencible, en una figura icónica, en un ejemplo a seguir.
“Llegué a tener ídolos, atletas a los que me quería parecer, pero después me di cuenta de que ellos y yo tenemos muy pocas cosas en común”, comentó Conde, quien este domingo estará participando en el Maratón de Los Ángeles.
El vasco de 49 años recordó la anécdota que lo hizo borrar de su corazón el fervor que sentía hacia el atleta que más llegó a apreciar, al atleta al que una vez llegó a considerar su modelo de vida.
Poco después de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, donde ganó cuatro medallas de oro en los paralímpicos, Javi se encontró en una cena con su ídolo, y uno de los grandes representantes del atletismo español: José Luis González.
Ambos atletas degustaban unas piezas de pollo cuando en la mesa, al organizador del evento, se le ocurrió que sería bueno que los dos españoles se conocieran más a fondo y entablaran una conversación.
“José, te presentó a Javi, el atleta del equipo paralímpico que ganó cuatro medallas de oro en Barcelona”, dijo el interlocutor.
“¿Paralímpico?”, respondió José con cierto asombro.
“Pues si no tiene nada, yo no le veo nada, qué minusvalía tiene, yo lo veo bien”, subrayó quien fuera una de las glorias del atletismo español.
Ante tal respuesta, Conde le lanzó un reto al que hasta ese momento fuera su ídolo.
“Te prestó mis brazos, te presto mis manos, y me dices cuánto te tardas en comer ese pollo que estás cenando, para ver si tan sólo eres capaz de cruzar la calle para ir de compras al supermercado o simplemente para ver si puedes correr”, le respondió Conde.
“A partir de ese momento aprendí que los deportistas de alto nivel suelen perder el piso, que son muy pobres de espíritu y he preferido olvidarme de esos referentes, aprendí que yo soy mi mejor modelo de vida”, explicó el bilbaíno.
Los logros en la pista hacen de Conde un atleta minusválido sin parangón.
El español ha ganado nueve medallas olímpicas, siete de oro y dos de plata.
Ha sido campeón mundial en este renglón en 10 ocasiones y ha poseído récords mundiales en las pruebas de 800 metros, 1,500, 5 mil, 10 mil, medio maratón y maratón.
De 1991 a 2000, Conde no perdió ninguna de las carreras en las que participó.
Aprovechando su estampa ganadora y su perfil de gran atleta paralímpico, Conde instauró en el 2010 la organización denominada “Maratones Solidarios”, con la finalidad de recaudar fondos que distribuye entre fundaciones internacionales y ejes comunitarios que se dedican proteger a los más necesitados.
Para recaudar el dinero necesario que le permitan afianzar su labor caritativa, Conde se ha impuesto el reto de correr maratones en todas las 28 ciudades donde se hayan celebrado Juegos Olímpicos y paralímpicos, incluyendo Río de Janeiro, sede de las Olimpiadas del 2016.
En su recorrido, que inició hace cuatro años, Conde ha visitado 22 sedes, y aunque no tiene la fecha exacta de cuándo cumplirá su meta final, lo que sí tiene bien definido cuál es su objetivo de vida.
“Hacer que los que menos tienen vean de vez en cuando el azul del cielo”.
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