Cada día mas niños están presentando problemas de sobrepeso. Las cifras actuales indican que estamos ante un serio problema de salud pública que es necesario atajar.
Prácticas basadas en modelos de intervención que fomenten la importancia, no sólo de una alimentación equilibrada, sino también de una actividad física continuada, pueden ser herramientas eficaces para contribuir a prevenir la obesidad desde edades tempranas, además de contribuir a instaurar hábitos de vida saludables capaces de mantenerse en el tiempo.
Sin duda alguna, el alto índice de obesidad infantil no es sólo un problema que nos afecte en el presente, puesto que la magnitud de las consecuencias es mayor a largo plazo. Según el estudio ‘Estilos de vida saludables y nutrición en adolescentes europeos’ (HELENA en sus siglas en inglés), el 61% de los niños entre 11 y 15 años pasa más de dos horas al día frente a la televisión.
A este respecto, Vicente Martínez Vizcaíno, responsable del Programa MOVI, afirma que a día de hoy «la frecuencia de sobrepeso y obesidad entre los niños españoles ha aumentado a la par que la frecuencia de conductas sedentarias entre los más pequeños.
Los niños de hoy mañana serán adultos que reproducirán los hábitos alimenticios y de actividad física aprendidos.
Los que hoy son niños, mañana serán adultos que reproducirán los hábitos alimenticios y de actividad física aprendidos desde la infancia.
En esta premisa se basa el Programa MOVI, dirigido a fomentar la actividad física recreativa en niños de 9 a 11 años y que a la vez cuenta con una segunda fase -denominada MOVI-2-, que evalúa la eficacia de este tipo de intervenciones para la reducción de los niveles de obesidad infantil, así como los factores de riesgo cardiovascular. El programa se desarrolló en 20 colegios de la provincia de Cuenca entre más de 1.100 niños.
Este modelo de intervención consistió en 90 minutos, de ejercicio lúdico no competitivo de intensidad moderada a vigorosa, tres veces por semana durante dos años lectivos, mostrando un efecto positivo en la reducción de la adiposidad y la mejora del perfil lipídico. Por otra parte, el programa MOVI 2, aumentó el ejercicio físico a 90 minutos en dos días lectivos y 150 minutos los sábados, consiguiendo así un total de cinco horas y media semanales de actividad física moderada-vigorosa, para evaluar la repercusión en los hábitos de vida de los niños.
Juegos de patio de colegio
El ejercicio físico continuado permite corregir el desequilibrio entre la ingesta y el consumo energético, el cual puede derivar en problemas de sobrepeso. Además, «los programas centrados en el fomento del ejercicio físico recreativo, basado en juegos en el patio del colegio, podrían mejorar varios aspectos que van más allá de la propia salud, como
la calidad de vida, el rendimiento académico y el tiempo y calidad del sueño». Así lo afirma Vicente Martínez Vizcaíno, director del Centro de Estudios Sociosanitarios de Castilla-La Mancha, e investigador principal de este estudio.
Los primeros años de la infancia son los idóneos para implantar hábitos saludables y que éstos puedan perdurar en el tiempo. Los datos actuales indican que los niveles de actividad física de los niños españoles están por debajo de la media, por lo que tenemos que hacer un mayor hincapié en este sentido.
Las principales conclusiones de este programa están recogidas en el análisis “Modelos eficaces de intervención para prevenir la obesidad: el papel de los hábitos saludables”, uno de los trabajos que ha servido de base para la elaboración del Documento de Consenso ‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y se debe hacer?
Cambio de hábitos
Otro de los análisis recogidos en el Documento de Consenso sobre Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI es el trabajo científico “Obesidad y Sedentarismo en niños y adolescentes:
¿Qué debería hacerse?”. Según éste, las actividades basadas en la electrónica «han producido un descenso en los niveles de actividad física y un aumento de las actividades sedentarias en niños y adolescentes.
Según las conclusiones de este análisis, intervenciones orientadas a reducir el comportamiento sedentario en niños y adolescentes han mostrado ser exitosas.
A este respecto, la escuela es considerada como el mejor ambiente, según el Programa MOVI, para poner en marcha este tipo de intervenciones de fomento de la actividad física.
Además de ser un escenario idóneo para llegar a una amplia población infantil, los niños pasan gran parte de su día en el colegio, y es un lugar donde se potencia también una fuerte relación entre los niños y entre éstos y los profesores.
Tal y como indica Martínez Vizcaíno, la evaluación de la efectividad de este tipo de programas indica que han de estar diseñados y basados en modelos teóricos de cambio de comportamiento para que puedan tener éxito.
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